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‘Me han confinado, ¿y ahora qué?’. ‘No puedo ver a mis abuelos, amigos…’. ‘Me gustaría hacer actividades extraescolares’. Son muchas las familias que cada día se enfrentan a nuevos confinamientos escolares y otro tipo de restricciones que generan incertidumbre y muchas dudas. Ansiedad, miedo, problemas para dormir… son algunas de las reacciones más comunes fruto de la adaptación a tantos cambios y restricciones que afectan a la vida diaria.

El Puente Salud Mental Valladolid, consciente de la necesidad de mejorar el estado emocional de niños y adolescentes, ha puesto en marcha una campaña de sensibilización ‘Habitantes de un nuevo mundo’, financiada íntegramente por la Diputación Provincial de Valladolid.

Uno de los recursos que incluye son varias infografías para ofrecer pautas por edades, que se han realizado con la colaboración del grupo de Psicólogas Clínicas de la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil del hospital universitario Rio Hortega. Para más información se pueden consultar y descargar gratuitamente las Guías de Orientación para padres de niños y adolescentes, y las de duelo en la página Más Salud Mental.

Desde el grupo de psicólogos que han trabajado en este recurso, se considera que lo más importante es ofrecer a los niños una información adecuada sobre lo que está pasando, pero siempre adaptada a cada etapa. Por eso, se ha visto la necesidad de diferenciar estas infografías en función de la edad de las personas que reciben esta información.

 

Hasta los 3 años

En las primeras edades, hasta los tres años, las explicaciones tienen que ser sencillas y concretas, sin asustar y generando siempre un clima de confianza y seguridad. “La mayor amenaza en esta edad es el miedo al abandono, por lo que es muy importante dedicar tiempo al menor, mostrarnos cercanos y cariñosos”, afirma Ester González, psicóloga de El Puente Salud Mental Valladolid.

“Las reacciones más comunes son cambios en el sueño y la alimentación, rabietas, manifestaciones regresivas o falta de concentración. Escuchar lo que nos dicen y observar su conducta es clave para mejorar su salud emocional”, concluye Marta Domínguez, otra de las psicólogas de la entidad que ha participado en este proyecto.

 

 

De 4 a 6 años

Se trata posiblemente de una de las edades más complejas. Es muy importante que los padres hablen de las emociones que sienten sus hijos, ayudarles a que las expresen. Estar atentos a cómo se sienten y tratar de no minimizarlo o juzgarlo. “Lo que hacemos en numerosas ocasiones cuando el menor nos traslada que tiene una experiencia emocional desagradable es intentar tranquilizarle y que se le pase rápido. No es tanto eso, sino acompañar en esa emoción”, explica Domínguez.

Es fundamental dar explicaciones sencillas de todo lo que va ocurriendo y con un vocabulario sencillo, hablar y escuchar para clarificar miedos es clave para que los más pequeños entiendan qué está pasando. “Ante la manifestación de reacciones como dejar de hablar, problemas con el control de esfínteres, problemas de conducta… les podemos ayudar a expresar sus emociones a través del juego simbólico, el dibujo, los cuentos…”, apunta González.

Además, desde el grupo de psicólogos lanzan un  mensaje importante a padres y madres: “Cuando en una familia vuelve a iniciarse algún tipo de confinamiento, el mensaje esencial para los padres es que entiendan que no son ‘superpadres’, ni ‘supermadres’. Que entiendan que, de entrada, la situación demanda demasiados cambios, como para que nos auto exijamos más de la cuenta”, relata la psicóloga Marta Domínguez.

Partiendo de esa actitud, es importante prever que la tensión familiar puede aumentar, así como el hastío, aburrimiento, estrés familiar… Si se prevén esas circunstancias, se pueden ir poniendo medidas.

 

De 7 a 12 años

A esa edad, los niños ya tienen mayor capacidad de comprensión, por lo que se les puede dar más información.

“Pueden aparecer emociones de miedo, angustia, incertidumbre, pesadillas… tanto en los niños y niñas como en los padres. Son reacciones emocionales normales y el aprendizaje es mutuo”, señala Domínguez.

Por otra parte, es importante ayudarles a que expresen esas emociones, validarlas, respetarlas y aceptarlas. El juego simbólico, el dibujo o los recursos literarios son medios muy útiles en este sentido.

Por último, no se debe olvidar incluir el ejercicio físico en las rutinas diarias, ya que en confinamiento contribuye a mejorar la situación psicológica de niños y padres.

 

De 13 años en adelante

A esa edad es importante saber que aunque estén bien adaptados no significa que no tengan emociones negativas. «Preguntar y compartir cómo se sienten con relación a la pandemia y las restricciones derivadas de esta nos permite generar espacios para la comunicación y poner en práctica la escucha activa», explica Ester González, psicóloga de El Puente Salud Mental Valladolid.

Rabia, irritabilidad, temor, desgana, aburrimiento… son emociones muy frecuentes a esa edad. «Aceptar y validar esos sentimientos ayuda a gestionar y poner palabras a esas emociones».

Por otra parte, es muy importante no culpar de posibles actitudes irresponsables ni tampoco del contagio de familiares o personas cercanas, «aunque sí responsabilizar y señalar la importancia del autocuidado y del cuidado de los demás», concluye González.

 

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