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La muerte por suicidio sigue siendo la primera causa externa de defunción de España, desde hace más de una década. En 2018, último año del que se tienen datos oficiales procedentes del Instituto Nacional de Estadística (INE), fallecieron en nuestro país 3.539 personas por suicidio (2.619 hombres y 920 mujeres).

Aunque la cifra es un 3.8% inferior a la del año 2017, sigue casi duplicando a las muertes por accidente de tráfico. Sin embargo, las iniciativas para su prevención son escasas o nulas. Como si el problema no existiera, cuando se trata de un importante problema de salud pública, agravado en los últimos meses con la pandemia del COVID-19.

Por ello, la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, con motivo de este 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio, lanza una campaña en la que reitera e insiste en su reivindicación de la elaboración de un Plan Nacional para la Prevención del Suicidio “este año, si cabe, más necesaria que nunca”, urge Nel González Zapico, presidente de la Confederación.

Es prioritario ponerse a trabajar en un plan que abarque desde la formación a profesionales de la salud, hasta la elaboración de campañas de sensibilización social y visibilización del problema para que deje de ser un tabú, pasando necesariamente por la promoción de una educación emocional, ya desde la escuela infantil”.

En este punto, González Zapico insiste: “es fundamental plantear cambios en el modelo social. Vivimos en un sistema materialista, que fomenta y alienta la competitividad y el individualismo. Un sistema que convierte al individuo en único responsable de lo que consiga o deje de conseguir en su vida, sin atender a todos los factores externos que nos rodean, y que mide el éxito en función de lo material. Esto resulta en una suerte de sistema feroz y de competencia constante, donde la persona no encuentra apoyo, ni empatía en su entorno para superar las dificultades, con las consecuencias que esto tiene para su salud mental. Por eso, desde SALUD MENTAL ESPAÑA defendemos y urgimos la elaboración de una estrategia nacional, a largo plazo, que fomente una sociedad más humana, más empática, menos competitiva y materialista, basada en los cuidados y en la educación emocional”.

Más allá de la parte reivindicativa, la campaña busca también sensibilizar en torno al suicidio, de manera que deje de ser un tabú. A través de cuatro vídeos, protagonizados por personas con experiencia propia en salud mental, familiares y activistas en salud mental ofrecen algunas recomendaciones y herramientas para abordar una ideación suicida y evitar que se lleve a cabo.

Nel González Zapico, presidente de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, José Luis Herrera, superviviente de suicidio, Rosa Bayarri, familiar de una persona con trastorno mental y María Isabel García Peña, activista con experiencia propia en salud mental, son las personas que protagonizan estos vídeos, con los que se pretende llegar tanto a las personas que tienen ideaciones suicidas, como a quienes las rodean y, también, a las instituciones.

Tomar distancia y aplazar la decisión, plantear soluciones que permitan ese aplazamiento, contar con una red de contactos de seguridad, escuchar sin juzgar ni criticar, o acudir a profesionales de la salud, son algunas de las recomendaciones que se recogen en estos materiales, en los que también se apela a la necesidad de contar con un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, que vertebre todas las acciones encaminadas a prevenir esta causa de muerte.

 

¿Qué propone SALUD MENTAL ESPAÑA para la elaboración de este Plan?

Desde los organismos internacionales se explica que la manera de dar una respuesta al suicidio en un país es establecer una estrategia nacional de prevención del suicidio que refleje el compromiso claro de los gobiernos respecto a este problema.

El Plan, cuyo objetivo sería disminuir la tasa de suicidios y prevenir las conductas suicidas, debería contemplar la implantación de un servicio telefónico de atención al riesgo suicida, de carácter público y gratuito, evitando así iniciativas que carecen de control o atención profesional. Además, debería servir para sensibilizar y mejorar la información a la población general a través de campañas de concienciación promovidas por instituciones públicas, medios de comunicación y entidades sociales dedicadas a la causa y ayudar a detectar precozmente el riesgo suicida.

Detonantes de la conducta suicida

Las causas del comportamiento suicida son numerosas y complejas y, en su mayoría, están relacionadas con situaciones vitales, bien constantes o circunstanciales.

La relación de detonantes puede ser casi tan larga como experiencias tenga una persona a lo largo de su vida, aunque hay algunos factores, no pocos, que condicionan ideaciones y conductas suicidas. La pobreza, el desempleo, la pérdida de seres queridos, la ruptura de relaciones, o problemas jurídicos o laborales, antecedentes familiares de suicidio, el abuso de alcohol y estupefacientes, los maltratos en la infancia, el aislamiento social y determinados trastornos mentales, como la depresión y la esquizofrenia, también tienen gran influencia en numerosos suicidios.

Son factores que, con la actual crisis del COVID-19, están aflorando con mayor intensidad y terminarán afectando a un amplio porcentaje de la población. De ahí la importancia y la urgencia de contar con una estrategia nacional de prevención del suicidio, que permita proteger y cuidar la salud mental y las vidas de las personas, especialmente las más vulnerables”, concluye González Zapico.

El suicidio y su relación con la salud mental

La depresión, los trastornos debidos al consumo de sustancias y los comportamientos antisociales son los más frecuentemente asociados con el comportamiento suicida.

Se calcula que el riesgo de suicidio para toda la vida es de un 4% entre las personas con trastornos del estado de ánimo, de un 7% entre las personas con dependencia del alcohol, de un 8% entre las personas con trastorno bipolar y de un 5% entre las personas con esquizofrenia.

En la depresión mayor, el riesgo de suicidio se multiplica por 21, en los trastornos de la alimentación por 33, y en las toxicomanías por 86.

Es importante mencionar, y más aún en la situación actual, el efecto de la violencia machista sobre la salud mental de las mujeres que la sufren, y que incrementa también el riesgo de conductas suicidas. Durante los meses de confinamiento, estas mujeres han tenido que convivir con los maltratadores, vigiladas, sin poder salir de casa ni recurrir a los recursos de apoyo, lo que acrecienta su vulnerabilidad. Aunque no hay cifras concretas, profesionales de la Psicología alertan de la incidencia de la violencia machista y los abusos sexuales como importantes factores de riesgo importantes de la conducta suicida.

 

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